Descripció
Las cartas de despedida de los asesinados por el franquismo y las respuestas que sus familiares no pudieron darles en vida.
Momentos antes de ser fusiladas, algunas víctimas del franquismo escribieron cartas a sus seres queridos.
Ochenta años después, sus familiares las contestan una a una para que, esta vez sí, las misivas lleguen a su destino imposible. Este libro les pone cara y les da voz para hacer justicia.
El libro Las cartas de la memoria —en el que Tomás Montero y otros miembros de Memoria y Libertad llevan trabajando 20 años— nos aporta un enfoque muy íntimo de las víctimas de la represión franquista.
Por un lado, podremos leer sus valientes cartas de despedida, llenas de amor y de preocupación por los que se quedan.
Por otro, conoceremos las respuestas que las hijas, nietos, hermanas o sobrinos siempre quisieron darles.
Un ejercicio de sanación personal que han tenido la generosidad de compartir con nosotras y nosotros para alertarnos de los peligros del fascismo y de la intolerancia.
Pero, sobre todo, para que las voces de estos héroes y heroínas de la libertad no se apaguen en el olvido.
Además, hemos ampliado la información con los datos biográficos de las víctimas; imágenes de algunos de sus objetos más representativos (como unas zapatillas bordadas en forma de mariposa por Martina Barroso, una de las Trece rosas); viñetas realizadas por los presos explicando con humor su día a día, y con el análisis de expertos y expertas en memoria histórica.
La edición
El libro, en tapa dura, cuenta con una lujosa edición a todo color.
Hemos optado por digitalizar las cartas de capilla originales. Sin embargo, cada una de ellas irá acompañada de una transcripción para facilitar su lectura.
«Si llegas a tiempo, aunque esté frío dame un beso, ¿quieres? Yo me llevo esta esperanza y ¡estoy más contentito!»
«A mi querida esposa Raimunda:
Me apena mucho escribirte esta carta, pero no tengo más remedio. Dentro de unos instantes, seguramente dentro de unas horas, terminará todo».
«Paloma, tú que has buscado
para colocar tu nido
las piedras frías y tristes
del patio de mi presidio,
llevadle felicidades
a mi esposo tan querido».
«A mi queridísima Leonor: Nadie como tú sabe el bien que siempre quise hacer por la humanidad. Siento morir sólo por ti, madre de mis hijas y esposa querida».
«Como mi Coralito es tan pequeñita, sólo tendrá recuerdos remotos de su papá. Pero vosotras sabréis cuidarla y hacerla mujer».